Con seis álbumes a la espalda, lo fácil era repetir la fórmula. En lugar de eso, Billy Sullivan y su banda han preferido demoler la casa para construir una nueva. MKII ya llegó y suena a catarsis.
Cuando una banda titula su séptimo álbum «Mark II» (Versión 2), te está enviando un mensaje muy claro. No es una simple secuela; es una refundación. Y eso es exactamente lo que The Spitfires proponen con su nuevo trabajo, que se publicó el 3 de octubre bajo el sello Bellevue Music.
¿Qué lleva a un grupo consolidado a cambiarlo todo?
Parece que la respuesta es la necesidad. Con una formación completamente renovada, la banda de Billy Sullivan se ha embarcado en un proceso de grabación más nómada de lo habitual, trabajando entre Leeds, Manchester y Chelmsford. Esa energía de estar en movimiento, de no echar raíces, se ha filtrado directamente en las canciones.
Las nuevas coordenadas: Del Ska al Post-Punk atmosférico
Si esperabas un disco más de ska-punk revival, prepárate para ajustar tus expectativas.
Aunque la urgencia de The Clash sigue latiendo en el ADN de la banda, MKII abre la ventana de par en par. El sonido se ha vuelto más denso, más atmosférico. Hay una melancolía que inevitablemente recuerda al post-punk de Manchester y una amplitud casi cinematográfica que hasta ahora no habían explorado.
Es un paisaje sonoro más complejo, que se atreve a mezclar la rabia de la vieja escuela con texturas que beben de The Smiths o incluso de la etapa más exploradora de Primal Scream.
Letras que duelen: Salud mental y adicciones en primer plano
Esta nueva coraza musical sirve de refugio para las letras más directas de Billy Sullivan hasta la fecha. El vocalista no se guarda nada.
MKII es una inmersión en los rincones oscuros de la sociedad actual. Hablamos de la lucha contra la adicción (como en la íntima «(Life Is) A Losing Game»), del tabú persistente de la salud mental («I’ll Never») o de la desigualdad sistémica («The Great Divide»).
Es el sonido de alguien que se enfrenta a los miedos colectivos sin miedo a las consecuencias.
Un arte que mira hacia dentro: Berlín y la sombra de Barney Bubbles
El concepto de reinicio no es solo musical; es totalmente visual. La portada y el arte del disco, diseñados por Graham Murdoch (bajo el alias ‘Bubble & Squeak’), son la prueba definitiva de esta nueva etapa.
El propio Billy Sullivan ha explicado que este álbum nace de una perspectiva más amplia, menos centrada en el Reino Unido y profundamente influenciada por las experiencias de la banda en la carretera.
«Fue la primera vez en años que realmente me permití volver a algunas de las memorias más formativas de las giras, especialmente de los conciertos en Europa», confiesa Sullivan. «Me di cuenta de hasta qué punto esas experiencias me habían marcado».
Esa apertura se ha convertido en el pilar del diseño. Sullivan buscaba una conexión visual directa con el continente:
«Quise que los elementos visuales reflejaran ese mismo sentimiento de apertura», explica. «La mayor parte de las imágenes del arte provienen de fotos que tomé en un viaje a Berlín a principios de este año».
Y aquí viene un detalle fantástico para los observadores: «Incluso el patrón de los asientos del U-Bahn de Berlín aparece en el interior de la funda».
Para capturar la energía del disco, la inspiración estética es de primer nivel: el legendario Barney Bubbles, el genio detrás de portadas icónicas para Elvis Costello, Billy Bragg y The Blockheads.
Según Sullivan, querían ese «estilo visual tipo collage» para capturar «el caos y la energía del álbum», pero dándole un «tono más oscuro y urbano» que reflejara el lado más melancólico del disco.
Al final, MKII se siente exactamente como lo que su título promete. No es una continuación. Es el sonido de una banda que ha decidido quemar sus naves para construir algo más fuerte y, sobre todo, más honesto consigo misma. Un álbum valiente.
Foto de Portada «The Spitfires» – Créditos Lawrence Watson






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